CCVIII
Estaba recostada en la cama mirándolo
Él sentado en el
borde dijo:
_ Dame tu mano
Y extendió la
suya mostrándome la palma
Accedí, y
extendiendo la mía apoyé a la suya
No había mucha
diferencia
Encajaban
perfectas
Acomodó con la
otra mano
Las cuatro
uniones entre nuestros dedos
Para saber la
exactitud del tamaño
Que faltaba o que
sobraba
Un acto un poco
tonto y tierno
Que entre risas
acompañaba el momento
Aún recuerdo su
expresión
Su embeleso en
ese instante
Que jugaba con
nuestras manos
Esa picardía en
su cara
Su mirada, su
ternura
Qué quería probar
con ello?
Hasta ahora no lo
sé
Solo que en mi
mente quedó
Esa estúpida
escena
Que suavemente
Entremezclados se
deslizó
Para culminar aferrándose
Entrelazados con
fuerza después
Más...creo que desde entonces
Mi alma en sus
manos quedó
Y en mi palma
El latido de su
corazón
El eco de su risa
El sonido de su
voz
El roce de sus
caricias
El gusto de sus
besos
El calor de sus
abrazos
Que una vez me
regaló
Y al mirar mi mano
Esa que con la de
él se unió
Formando con la mía
El Mudra del
amor
Cierro el puño tan fuerte
Recordando aquel
amor
Que la última vez
que nos amamos
Se apretaron
entrelazados
Tan fuerte, al
punto que mi cuerpo tembló
Nunca hubiera
imaginado que en ese instante
Nuestras manos ya
presentían un adiós.
Margarita Schaerer ©
Todos los derechos reservados
CABA - Argentina
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