viernes, 21 de octubre de 2016

SALVADOR

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Es la última vez que en mis letras te recreo, que hablaré de ti o contigo ausente, sólo porque no te lo dije antes, lo que fuiste para mí. Tú... fuiste mi salvador, quien me salvó de mí, sí, así como lo ves... tú fuiste sin siquiera saberlo y sin imaginarlo yo, quien me arrebató de mí misma.

Cuando te conocí; estaba decidida a emborracharme en placeres, vengar con mi cuerpo todo cuanto sufrí por quienes me brindé sin condiciones, no hablo de amoríos hablo de la vida misma... hastiada de desamor, cansada de dar todo y que me pagaran con dolor, quise terminar con aquello ...pretendí beber lujuria para saciar las penas , no fuiste un blanco, ni el trago de mi codicia, desde aquel entonces todos serían mi bebida sean amargas o dulces me las tomaría... probar cualquier cuerpo correspondía en ese entonces, como el alcohol de cualquier bar ... no estaba claro que con ello olvidara lo vivido , más así lo había decidido.

Fue… el silencioso grito de auxilio que susurró mi alma púdica la que escuchó tu cuerpo en mi entrega e hizo ecos en tu piel que volvió a desearme y no desistió hasta volver a escucharme y no paró hasta atrapar su voz ... no había intención de un amor , mi ser sabía que no es posible tal cosa; cuantas veces lo intentó y se jugó, irónicamente se fue envolviendo contigo y te bebía como el trago que le gustó, sin darse cuenta que en cada sorbo te volverías en su adicción y fue olvidando el deseo de recorrer, otros bares en donde ir a beber, tragos baratos para calmar su sed.

Te cataba en cada copa que en madrugadas le ofrecías y al amanecer retornaba borracha de tu almohada... inconsciente, enloquecida por beberte... porque le hacías olvidar el desamor de los demás, y en tu bar encontraba, de sí misma la paz ... aunque gateando volvía a su realidad.

Fuiste el salvador porque antes de recorrer otros lugares probó en ti la astucia que tenías al descorchar tu mirada, la forma que melosamente servías palabras, remolineando la copa de tu boca destilar aroma suave ,que al paladear la textura dulce de tu sabor, no denotabas los efectos de tu graduación y sin darme cuenta quedé borracha de ti .

Y sólo quise seguir bebiéndote, no eras el alcohol más fuerte ni el más apetecible y eso me gustaba, que eras de un sabor diferente... y tu sabor me salvó ya que en ti fui olvidando dulcemente mi venganza hacia la vida, aunque tú también me hacías daño al convertirte en mi adicción.

No volví más a tu bar pero por mucho tiempo seguí bebiéndote, en pensamientos, en suspiros, en días y noches, me acompañaban soledad y luna, y entre charlas con ellas me di cuenta que así te convertiste en el salvador... mi amor.

Por ello te doy gracias, por arrebatarme de mí... de la estupidez que estuve por cometer, y aunque las líneas se despiden ya de ti, seguirás dentro de mí. Tuya punto, hasta agotar tu sabor.




Margarita Schaerer
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C.A.B.A. – Argentina